Revelación del Cielo
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Cortecia de http://embajadadelreino.wordpress.com/
— (Primero testimonio) —
La Biblia dice en 2da de Corintios 12:2 “Conozco a un hombre en Cristo, que hace 14 años, si en el cuerpo no lo sé, si fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe, fué arrebatado hasta el tercer cielo, y conozco a tal hombre, si en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé Dios lo sabe, que fué arrebatado al paraíso donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar”.
Nosotros nos encontrabamos en el cuarto donde comenzamos la experiencia al comienzo y El Señor entra nuevamente de una manera poderosa, Su presencia lo lleno todo, Su presencia lo iluminó todo el cuarto, aquél lugar se lleno de Su gloria, era hermosísimo estar delante de Él. Él nos dijo: “Hijos ahora les voy a mostar mi Reino, les voy a mostar mi gloria”.
Y nosotros inmediatamente nos tomamos de las manos y nosotros comenzamos a subir, yo miré hacia abajo y vi que estábamos saliendo de nuestro cuerpo, y nosotros ya estábamos vestidos de unos mantos blancos, pero nuestros cuerpos quedaron ahí. Y nosotros comenzamos a subir, fué a una velocidad muy grande, e inmediatamente llegamos a un par de puertas, que era la entrada al reino de los cielos, nosotros estábamos maravillados por lo que nos estaba ocurriendo, pero Jesús el Hijo de Dios, estaba ahí con nosotros. Había dos ángeles, cada uno tenía 4 alas y comenzaron a hablarnos, pero nosotros de repente no entendíamos lo que ellos nos decían, su lenguaje era muy distinto al de nosotros, nisiquiera era un idioma parecido a los de la tierra, pero estos ángeles comenzaron a darnos la bienvenida al reino de los cielos y abrieron aquél par de puertas inmensas. Y nosotros entramos y nuestra vista se perdió en algo tan maravilloso, un prado inmenso, glorioso!, pero muy hermoso!, y comenzamos a ver distintas cosas, recuerdo que apenas entramos, una paz llenó nuestra alma por completo.
La Biblia dice que Dios nos daría una paz que sobrepasa todo entendimiento humano. Lo primero que yo vi fué un venado, y le pregunté a una de mis compañeras: “Sandra, usted está viendo lo mismo que yo veo?”. Ella ya no estaba llorando ni gritando como cuando vimos el infierno, ella me miró sonriendo y dijo: “Si!, Esaú estoy viendo un venado!”. Con esa palabra pude entender y pude confirmar que era real, ciertamente estabamos allí en el Reino de los Cielos!, y aquel horror del infierno se nos olvidó por completo, estábamos allí gozándo de la gloria de Dios, entramos y pudimos acercarnos hasta donde estaba aquél venado y detrás de aquel venado había un árbol, un árbol inmenso! que estaba en el centro de aquél paraíso. La Biblia dice en Apocalipsis 2 versículo 7 dice que “A todo aquel que venciere Dios le dará a comer del árbol de la vida, que está en el paraíso de Dios”.
Este árbol es un símbolo de Jesús, por que Cristo es la vida, la Vida Eterna. Detrás de aquél árbol había un río de aguas tan transparentes, tan cristalinas como nunca habíamos visto aquí en la tierra, y nosotros queríamos quedarnos en aquel sitio, le clamabamos por muchos momentos al Señor y le deciamos: “Señor por favor, no nos saques de este lugar!!, queremos estar aquí para siempre!, no queremos volver a la tierra!”. Y el Señor Jesús solamente nos decía: “Es necesario que ustedes vean y cuenten, y den testmonio de lo que yo tengo preparado para los que me aman, por que vengo pronto! y mi galardon conmigo”.
Nos decía el Señor, y cuando vimos aquel río salimos corriendo apresurados, a sumergirnos en aquellas aguas, como nos dice la Biblia, como dice la Escritura que el que cree en Cristo como dice la Palabra de su interior correrán ríos de aguas vivas. Y este río que estábamos viendo sus aguas parecían tener vida, y no sumergimos en aquellas aguas y dentro del agua y fuera de ella podíamos respirar normalmente, y aunque aquél río era muy profundo habían muchos peces de muchisimos colores y la luz dentro del río y fuera de él era normal, por que en aquél lugar en el Reino de los Cielos no vimos que la luz proviniera de algun lugar, sino que todo era muy iluminado, la Biblia dice que Cristo es la Luz de la ciudad, y derepente le preguntamos al Señor al tomar aquellos peces en nuestras manos y al sacarlos descubriamos que estos peces no morían e ibamos corriendo donde el Señor a preguntarle : “Señor Jesús, y estos peces por que al sacarlos del agua no mueren Señor?”. El Señor sonreía y nos respondía diciendo: “Aquí no existe la muerte ni el dolor ni el llanto”. Pero cuando salimos de aquél río todos salimos corriendo por muchos lugares, todos queríamos tocarlo todo, experimentarlo todo, queriamos traerlo todo a casa, estábamos maravillados, las cosas que vimos en el cielo no se pueden explicar, el apóstol Pablo fué arrebatado pero el vio cosas que no pudo nunca jamás expresar por que la grandeza de ellas, la grandeza de aquellas cosas que hay en el reino de los cielos es casi que no se puede describir.
Y llegamos rapidamente a un lugar inmenso un lugar maravilloso, un lugar de muchas piedras preciosas, un lugar donde todo era de oro, o de esmeraldas o de rubíes o de diamantes, el piso era de oro puro también. Llegamos a un lugar donde había tres libros, estos tres libros eran muy grandes, el primero de ellos era un Biblia de oro, la Palabra dice en el libro de los Salmos que la palabra es eterna, que la Palabra de Dios permanece en los cielos para siempre, lo que estabamos viendo no era otra cosa sino una Biblia de oro muy grande, sus páginas, su escritura, su pasta, todo era de oro puro.
El segundo libro que también pudimos ver era un libro más grande que la Biblia, este libro estaba abierto y había una ángel que estaba sentado escribiendo con una pluma en aquél libro, con el Señor Jesús nos pudimos acercar hasta donde estaba aquél ángel, y lo que pudimos ver es que este ángel estaba escribiendo todas las cosas que estaban sucediendo en la tierra, todo lo que ellos hacen, con el día, con la fecha y con la hora queda escrito ahí, para que se cumpla la palabra en donde dice que en aquél día los libros fueron abiertos y que todas las personas, que todos los hombres fueron juzgados conforme a todas las cosas que se hallaron escritas en aquellos libros, y este ángel estaba escribiendo todo lo que la gente hacía aquí en la tierra, sea bueno o sea malo.
Nos apartamos hasta donde estaba el tercer libro, y este libro era más grande aun que el libro de los “Hechos”, y estaba cerrado pero nos acercamos hasta donde estaba aquel libro y pudimos tomarlo entre nosotros siete, y pudimos levantarlo por una orden del Señor, y lo bajamos sobre una columna que hay en el Reino de los Cielos. Qué maravilloso que en el Reino de los Cielos las columnas no eran como las de la tierra, sino que estas columnas eran como en trenza, eran de distintas piedras preciosas, habían algunas de diamantes, otras eran de esmeralda pura, otras eran de oro, otras tenían combinaciones de piedras preciosas, pero ahí pude entender, por fin pude comprender que Dios es el dueño de todo el oro y de la plata, Él dijo : “..Mío es la plata y mío es el oro”. Ahí comprendí que Dios es absolutamente rico, y es dueño de todas las riquezas del mundo, ahí pude entender también que el mundo y su plenitud le pertenecen a nuestro Dios, y que Él quiere darlo a todos ellos que le pidan con fe, Él dijo: …”Pídeme y te daré por herencia las naciones”. Este tercer libro que pudimos bajar sobre aquellas columna, al abrirlo era tan grande que para abrirlo de una página a la otra teníamos que caminar, y comenzamos a intentar leer en aquél libro por que el Señor nos decía: “Lee por que yo te doy…”. Y nosotros como que no entendíamos la escritura de aquél libro, no era una escritura terrenal, no se parecía a ningún idioma sobre la tierra, era algo plenamente celestial, pero nosotros por el Espíritu de Dios podíamos entender, podíamos comprender, y derepente como que una venda se quitó de nosotros siete, y pudimos leer tan claro como leer el Español las páginas de aquél libro, y pudimos comprobar que ahí estaban escritos el nombre de nosotros siete.
Este libro no era otro sino que el Libro de la Vida!, como nos dijo el Señor, al comenzar a leer descubrimos derepente que aquellos nombres no eran aquellos con los que se nos llamaba en la tierra, sino que éstos eran unos nombres nuevos, para que se cumpla lo que la palabra dice que Dios nos daría un nombre nuevo el cual nadie sabe ni conoce sino solamente aquél que lo recibe y nosotros pudismo pronunciar nuestros nombres, pero una vez que regresamos a la tierra, una vez que el Señor nos hizo descender a la tierra, aquellos nombres se borraron de nuestra mente, se borraron de nuestro corazón, por que la palabra de Dios es eterna y la Palabra de Dios tiene que cumplirse.
Amigos, la Biblia dice: “…. no permitas que nadie tome tu corona”. No permitas que nadie quite o usurpe el lugar que Dios tiene escogido para tí, allí hay millones de cosas maravillosas que no pudimos nunca hablar ni poder expresar con nuestra boca, pero te digo algo, Dios esta esperando por tí, la palabra dice que aquél que persevere hasta el fin y solamente éste, éste será salvo!.
— (Segundo testimonio) —
Cuando comenzamos a subir al Reino de los Cielos, llegamos a un lugar muy hermoso!, donde habían unas puertas preciosas, y ahí en esas puertas habían dos ángeles, ellos comenzaron a tener un diálogo, pero este diálogo era en un idioma angelical, no podíamos entender lo que se decían, pero el Espíritu Santo que iba con nosotros nos permitió entender estas cosas que decían, nos estaban dando la bienvenida por el poder haber llegado a este lugar. Cuando estuvimos ahí en esas puertas el Señor Jesucristo, colocó sus manos sobre estas puertas y abrió. Nosotros no hubieramos podido entar hacia ese lugar, sino hubiera sido por que ibamos de la mano del Señor.
Comenzamos a apreciar todo lo que había allí en aquél lugar, nuestros ojos se maravillaban de todo lo que estaba en aquél lugar, comenzamos a ver un lago gigantezco, un árbol que estaba allí plantado, este árbol era el árbol del que habla la palabra de Dios, que es el árbol que va a estar allí, el árbol de la Vida, después de esto nos dirigimos hacia allí donde estaba este lago, y ahí en el lago comenzamos a ver que debajo del agua se movían unos peces, era tanta la maravilla que estabamos viendo que mis compañeros y yo decidimos sumergirnos debajo del agua, comenzamos a nadar debajo del agua, comenzamos a ver como muchos peces se movían de un lado hacia otro y nos acariciaban, estos peces no huían de nosotros como normalmente lo sentimos aquí en la tierra, como lo vemos, sino que allí la presencia del Señor les daba la tranquilidad para que ellos viniesen hacia mí por que no les ibamos a hacer ningún daño, fue tanta la maravilla que yo tome uno de estos peces en mis manos y lo saque y me di cuenta como éste se quedaba quietecito allí apreciando la presencia del Señor, lo puse nuevamente en el agua y hacia lo lejos comencé a darme cuenta que habían unos caballos blancos.
La palabra de Dios dice en Apocalipsis 19:11 que el que lo va a montar se va a llamar Fiel y Verdadero, estos caballos en donde el Señor va a venir a arrebatar a su pueblo a su iglesia, y yo me dirigí hacia estos caballos y comence a acariciarlos, y el Señor me acompaño y me permitió que montara en uno de esos caballos, cuando comencé a cabalgar en uno de estos caballos comenzé a sentir por primera vez algo que nunca en aquí en la tierra había sentido, comenzé a sentir por primera vez, la paz, la libertad, el amor y la santidad que se vive allí en aquel lugar tan precioso, comencé a disfrutar de todo lo que podían ver mis ojos, comencé a disfrutar de ese hermoso paraíso que Dios ha preparado para nosotros, veíamos también la mesa que está servida que no tiene ni principio ni final, vimos allí las sillas que están preparadas para nosotros, comenzamos a ver también unas coronas que están ahí listas! para que nosotros las poseamos, esas coronas de vida eterna, vimos allí los manjares que están servidos para que cuando lleguen las Bodas del Cordero, podamos comer de estos manjares que Dios también ha preparado para nosotros, unos seres angelicales se movían con unas telas blancas allí para preparar los mantos que Dios está preparando para nosotros, me maravillaba de todo lo que podía ver allí en aquel lugar y aún trataba de mirar a todos lados, por algo dice la Palabra de Dios que tenemos que recibir el Reino de Dios como niños, nos volvimos niños en aquél lugar, comenzamos a disfrutar de todo lo que había allí, las flores, las moradas que Dios ha preparado, Dios nos permitió entrar a estas moradas.
En ese momento nos dirigimos hacia un lugar donde había muchos niños, y el Señor en ese momento comenzó a compartir con cada uno de ellos, a jugar con ellos, comenzó a estar allí en medio de ellos y le dedicaba el tiempo suficiente a cada uno y disfrutaba con ellos, nosotros nos acercamos al Señor y le dijimos: “Señor estos niños son los que van a nacer allí en la tierra?”. Y el Señor dijo: “No, estos niños son los que son abortados en la tierra”. En ese momento me estremecí, por que dentro de mí había algo que me estremecía, algo que yo había hecho en el pasado, en el tiempo que yo no conocía el Señor compartí con una mujer y en ese tiempo ella quedó embarazada, en ese momento yo no sabía que hacer, le pedía a ella que me diera un tiempo para tomar una decisión, paso el tiempo y cuando fuí a tomar una desición y decírsela a ella ya había sido muy tarde, por que ella ya había abortado, eso había marcado mi vida, desde ese principio aún aunque yo no había recibido al Señor, yo no me sabía perdonar, no me sabía perdonar ese error que había cometido en mi pasado, pero Dios iba a sellar esa herida, me permitió que entrara hacia ese lugar: “Ariel, ves a esa niña que esta allí? esa niña es tu hija”. Cuando me dijo esto comencé a sentir coom esa herida que había estado durante mucho tiempo allí se cerraba, me permitió que yo me dirigiera hacia ella y que ella viniése hacia mí, y yo la pudiere tomar en mis manos, pudiera ver sus ojos y pudiera escuchar de su boca una palabra que me dijo: “Papá”. Comencé a comprender y a sentir que Dios había extendido su misericordia y que me había perdonado, y que yo tenía que aprender a perdonarme a mí mismo.
Querido amigo que me escuchas, yo te quiero decir algo, Dios ya perdonó tus pecados, ahora tienes que aprender a perdonarte a ti mismo, le doy gracias a Dios por permitirme contar este testimonio y llevar esta palabra a cada uno de ustedes. Señor Jesucristo te doy la honra y la gloria, por que este testimonio es del Señor, el Señor nos permitió recibir esta revelación, espero que cada uno de mis hermanos que me escuchó reciba la bendición de este testimonio y las lleve a muchos lugares.
Que el Señor te bendiga!
— (Tercer testimonio) —
“Quitará Dios toda lágrima de los ojos de ellos y ya no habrá muerte ni habrá más llanto, ni clamor ni dolor, por que las primeras cosas pasaron”.
Cuando nosotros llegamos se abrieron estas puertas grandes y empecé a mirar un valle de flores preciosísimo, que su aroma era exquisito, empezamos a caminar y cuando entramos empezamos a sentir una libertad, algo que tal vez nosotros no habíamos sentido o experimentado aquí en la tierra, empezamos a sentir una paz, algo que invadía todo nuestro corazón, unas ganas de libertad, y seguíamos caminando pero empezamos a ver estas flores, estas flores eran preciosas, eran únicas, cada pétalo era diferente, cada pétalo era genuino cada pétalo tenía un color único y le dije dentro de mi corazón a mi Señor que quería tener una flor de estas, simplemente el Señor con sus gestos y con su boca nos dijo que si, nos acercamos a ella y empezamos a jalar esta flor, y la empezamos a jalar y nada
le sucedía pero tampoco salía de la tierra, pero seguía intacta, no se le dañaban los pétalos, ni se le dañaban las hojas, simplemente estaba allí, pero seguíamos jalando, pero el el Señor rompió el silencio con algo que dijo, el dijo: “Aquí todo se hace con amor”. Y simplemente colocó su mano y la flor se le rindió en su mano y la entregó a nosotros, seguíamos caminando allí pero aún este aroma seguía con nosotros, el aroma de este hermoso jardín, seguíamos caminando pero llegamos a un sitio, donde habían unas puertas muy hermosas, las puertas no eran lisas, no, tenían piedras preciosas incrustadas, y estas se abrieron y cuando llegamos, llegamos a un salón, había una cantidad de gente donde todos corrían con afán, todos corrían, unos llevaban sobre sus hombros como unas telas blancas, resplandecientes, otros llevaban unos hilitos de oro, otros llevaban como unas bandejas con algo sobre ellas, eran como unos escudos y todos corrían con mucho afán, y nostros le preguntamos al Señor que por qué había tanto afán, que porqué todos esteaban como preparándo algo, el Señor hizo acercar a un jóven, y este jóven tenía una tela sobre sus hombros, y este hombre simplemente miró al Señor, y cuando el Señor le preguntó para qué era esa tela, el simplemente lo seguía mirando y dijo: “Señor, tu sabes para que son estas telas, estas telas son para fabricar los mantos de los redimidos, los mantos de la gran novia, en ese momento sentimos como una alegría, una paz. La palabra de Dios nos dice que “A ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio, resplandeciente, por que el lino fino son las acciones justas de los santos” Apocalipsis 19:8.
Cuando salimos de ahí sentíamos más paz, por que era precioso sentir que Dios esta fabricando algo precioso para nosotros, que el simplemente tiene el espacio y el tiempo, por que tú eres importante para Él.
Salimos de allí y nuestra vista se perdía en cada cosa, en cada detalle del cielo, cada cosa tenía como vida propia, y cada objeto que había ahí solamente daba la gloria de Dios.
Llegamos aun sitio donde había millones y millones de niños de todas las edades, cuando llegó el Señor todos los niños quisieron abrazar a Jesús, quisieron sentir más su amor, por que esa era la pasión de ellos, Jesús era la pasión de cada niño que había allí. Nosotros aún quisimos llorar de la misma alegría de que veíamos al Señor como consentía a cada uno de ellos, como les daba aún besos y como les acariciaba sus manos. Y vimos como ángeles se le acercaban a Él y traían pequeñitos, niños bebés, envueltos como en un lino y venían y se los presentaban a Él, y el simplemente los acariciaba, les tocaba su mejilla y les daba un beso en la frente y los ángeles se los llevaban, nosotros nos acercabamos hacia el Señor y le preguntamos a Él por que tenían tantos niños , si esos niños eran los que iban a mandar a la tierra.
El Señor quebrantó su voz por un instante y dijo: “No, estos niños no son enviados a la tierra, son los que son abortados, los que no quieren ellos, que no quieren en la tierra esos son mis niños y yo les amo”. Yo incliné mi rostro y aún tembló mis voz para hacerle una pregunta, cuando yo no conocía al Señor, cuando yo no conocía la gran vida que era Él, simplemente como toda persona tenía errores y pecado, entre esos aborte, y llegó el momento que tenía que estar cara a cara con el Señor y simplemente le hice una pregunta le dije: “Señor aquí esta el bebé que un día aborté?”. El Señor me dijo: “Sí”. Y simplemente empezamos a caminar para un lado, y empecé a ver un niño precioso, hermoso y pequeño y al pie del niño había un ángel, el ángel miraba al Señor y el niño me daba la espalda, en ese momento el Señor me dijo: “Mira allí esta tu niño”.
Me quise acercar hacía él y corrí hacia él, pero el ángel con su mano simplemente me detuvo, el me mostró que tenía que escuchar al niño, y en ese instante empecé a escuchar la voz de este pequeño, el decía mirando hacia allá hacia los demás niños decía: “Ya casi viene mi papi y mi mami?”. Le preguntaba al ángel, y el ángel mirándome le contestó y le dijo: “Si!, ya casi viene tu papá y tu mamá”. No sé por que tal vez escuché esta palabra, tal vez no tengo como sustentar esta palabra, pero solamente sé en mi corazón, que fué el mejor regalo que Dios me pudo dar, este nene no lo decía con odio, no lo decía con ira, no lo decía con dolor de que tal vez nosotros no le habíamos permitido nacer, simplemente esperaba, esperaba con el amor que Dios había colocado en su corazón, seguíamos caminando pero mientras que yo me alejaba de este bebé simplemente tengo en mi corazón una pequeña imagen de él, un pequeño recuerdo de él y sé que cada día tengo que esforzarme más para estar allá con él, ya tengo un motivo más, por que alguien me espera en el reino de los cielos.
La palabra nos dice en Isaías 65:19 “Y me alegraré con Jerusalén y me gozaré con mi pueblo, y nunca más se oirá en ella voz de lloro y ni voz de clamor, no habrá más allí niños que mueran de pocos días”. Nos trasladamos a un lugar donde habían unos montes pequeños y venía el Señor Jesús danzando y al frente de Él una multitud vestida de vestiduras blancas y alzaban sus manos con olivos, olivos verdes que al moverlos destilaban aceite. Dios tiene cosas grandes para ti, Dios ha preparado grandes maravillas y privilegios para tí, es tiempo de que coloques tu vida delante de Él.
Que Dios les bendiga.
— (Cuarto testimonio) —
En el reino de los cielos vimos cosas maravillosas como lo dice la palabra de Dios en 1era de Corintios 2:9 dice :”Antes bien como está escrito, cosas que ojo no vió ni oido oyó, ni han subido a corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”.
En el momento en el que llegamos al reino de los cielos fué algo increíble y espectacular, ver tantas cosas, tanta maravilla!, de sentir la gloria de Dios allí, cuando llegamos a aquél lugar, llegamos a un lugar muy especial, un lugar donde había muchos niños, podría decir que habían millones de niños en aquél lugar, nos podíamos dar cuenta de había niños de diferentes edades, y en el cielo, estaba dividido como en secciones, veíamos que había como una especie como de sala-cuna, veíamos niños como de 2, de 3, de 4 años, y podíamos darnos cuenta que en el reino de los cielos los niños van creciendo, también nos dimos cuenta que allí en el Reino de los Cielos hay una escuela, donde a aquellos niños se les enseña la palabra de Dios, esto lo hacen los ángeles, en donde se les enseñan cánticos espirituales y como glorificar al Señor Jesús, cuando el Señor Jesús llegó a aquél lugar, nos podíamos dar cuenta de la alegría tan inmensa de nuestro Rey, de Jesús de Nazaret, aunque no podíamos ver su rostro, podíamos ver como su sonrisa invadía aquél lugar, y el cuando veía a aquellos niños, los niños se abalanzaban sobre Él, y podíamos ver en medio de aquellos niños a María la madre de Jesús aquí en la tierra, era una mujer hermosa, no la vimos en un trono ni vimos que nadie la estaba adorando, sino era una mujer más, una persona más que había llegado al Reino de los Cielos, que ella aquí en la tierra tuvo que ganar su boleto para la vida eterna, era una mujer hermosa, tenía un manto blanco, en su cintura se ceñía un cinto dorado y su cabello estaba hasta la cintura, esta mujer estaba allí en medio de aquellos niños.
Hemos escuchado a mucha gente aquí en la tierra que adora a María como la madre de Jesús, pero yo quiero decirte amigo, que la Palabra de Dios dice : “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por mí”.
Que la única entrada para el Reino de los Cielos ese es Jesús de Nazaret, también en este lugar nos pudimos dar cuenta que no había sol, no había luna, y la Palabra de Dios nos dice en Apocalipsis 22:5 “No habrá allí más noche, y no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz de sol por que el Dios el Señor la iluminará”.
Y nos pudimos dar cuenta en aquél lugar, la gloria tan preciosa de Dios, si aún el infierno es difícil de describir, aún más las cosas celestiales, la perfección de nuestro creador. Cuando estábamos en aquél lugar lo único que hacíamos era correr, queríamos saber todo lo que había allí en aquél lugar, podíamos acostarnos en aquél prado y podíamos sentir la gloria de Dios, aquél silbido apacible, aquél viento que acariciaba nuestro rostro, era algo increíble.
En medio del cielo, en la mitad del cielo, podíamos ver una cruz inmensa una cruz en oro puro, pero ésto, nosotros creemos y estamos convencidos que no era un símbolo de idolatría, sino como símbolo que através de la cruz del Calavario, que através de aquel sacrificio de Jesús de Nazaret, tenemos entrada al Reino de los Cielos.
Seguíamos caminando por aquél lugar, era algo fascinante poder estar a los pies del Señor Jesús, allí pudimos conocer en realidad cuál era al Dios que nosotros servíamos a ese Jesús de Nazareth, todos nosotros de pronto pensamos que allá arriba está Dios esperando a que nosotros pequemos y caigamos para Él mandarnos al infierno, pero en realidad no es así, pudimos ver la otra cara de Jesús, aquél Jesús que es amigo, aquél Jesús que cuando tu lloras Él llora al pie tuyo, aquél Jesús de amor, de perdón de misericordia aquél Jesús que nos recibe en Su mano, para ayudarnos a seguir este camino hacia la salvación.
El Señor Jesús nos permitió también ver a un personaje de la Biblia, pudimos ver al rey David, aquél rey David del que nos habla la palabra de Dios, era un hombre de hermoso parecer, era alto, en su rostro reflejaba la gloria de Dios, todo el tiempo que estuvimos en aquél lugar en el Reino de los Cielos David lo único que hacía era danzar y danzar y remolinear y darle la honra y la gloria a Dios.
Yo te quiero decir amigo hoy que tú estás escuchando este testimonio, dice la palabra de Dios en Apocalipsis 21:27 “No entrará en el reino de los cielos ninguna cosa inmunda o que hace abominación ni mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida”.Y quiero decirte también que los valientes arrebatan el reino de los cielos.
Que Dios te bendiga.
— (Quinto testimonio) —
“Por que es necesario que todos nosotros comparezcámos ante el Tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” 2da de Corintios 5:10.
Cuando estabamos allí en el reino de los cielos pudimos divisar aquella Jerusalén acerca de la cual nos habla la Palabra en Juan 14:2 “En la casa de mi Padre muchas moradas hay, si así no fuera yo no os lo hubiera dicho, voy pues a preparar lugar para vosotros”.
Nosotros pudimos estar allí en esta ciudad y entrar en esta ciudad, la Palabra nos dice que su material era de jaspe pero que la ciudad era de oro puro semejante al vidrio limpio, nosotros la pudimos ver y esta ciudad realmente es maravillosa sabes, Jesús fué a preparar estas moradas para nosotros, y pudimos estar allí y pudimos entrar a esta ciudad, podíamos ver que cada una de estas moradas o casas tenían un nombre escrito enfrente de la persona a quien va a pertencer esta casa, y esta ciudad aún no está habitada pero ya está preparada para nosotros, pudimos entrar a estas casas y ver todo lo que había allí, pero al salir olvidamos por completo lo que acababamos de ver, lo que si recordamos es que las columnas que tienen estas moradas son contorneadas, en diferentes tipos de piedras preciosas, podíamos ver que tenían oro puro, y el oro de esta ciudad como habla la palabra es casi transparente, es demasiado brillante, si el oro de la tierra es hermoso, no se alcanza a comparar con la hermosura del oro que hay en el cielo, después de esto fuimos dirigidos hacia un lugar donde había muchísimos cofres, en aquellos cofres habían lágrimas cristalizadas, y estas lágrimas son aquellas lágrimas derramadas por los hijos de Dios aquí en la tierra, pero no son lágrimas de queja, sino son esas lágrimas que tu derramas cuando estas en la presencia de Dios, son lágrimas de arrepentimiento, lágrimas de agradecimiento, Dios las tiene guardadas como un precioso tesoro allí en el cielo, así como lo menciona el Salmos 56: 8.
También pudimos llegar a un lugar donde había muchísimos ángeles, y aunque en todo el cielo había diferentes tipos de ángeles, en este lugar había un tipo especial, pudimos ver que Jesús, que Dios tiene para cada uno un ángel específico y nos mostraba que este ángel nos acompaña durante toda nuestra existencia.
Y Jesús nos presentó a cada uno nuestro ángel, pudimos conocer algunas cosas de cada uno personalmente, pero el nos dijo que estas cosas no las podríamos revelar, el Salmos 91:11 dice “Pues a sus ángeles mandará acerca de tí para que te guarden en todos tus caminos”.
Luego fuimos hacia otro lugar en donde habían muchos casilleros, y en aquellos casilleros habían flores, flores diferentes, habían algunas flores que estaban bastante abiertas, que eran preciosas, eran muy hermosas estaban radiantes, habían otras flores que estaban un poco decaídas, y habían otras flores que simbólicamente parecían marchitas. Y le preguntamos a Jesús que significaban todas aquellas flores y entonces Él nos dijo: “Mira, es que para mí, tú eres como una flor”.
Y entonces tomo una de aquellas flores que estaba resplandeciente y dijo:”Esta flor muestra el estado de tu comunión conmigo”. Luego de esto la dejó allí y tomó otra de estas flores, una que estaba un poco decaída y entonces Él dijo: “Mira, sabes, esta persona está teniendo una prueba, una dificultad, hay algo que está interrumpiendo su comunión conmigo, y sabes yo que hago cuando estas flores están decaídas para que vuelvan a estar resplandecientes?”. Y entonces tomándola en su mano dijo: “Riego mis lágrimas sobre ellas y las levanto”. Y vimos como de una manera poderosa esta flor comenzó a tomar vida una vez más, y sus colores aparecieron nuevamente, luego simbólicamente tomo una de aquellas flores marchitas y la lanzó al fuego y dijo: “Mira, esta persona me había conocido y se apartó, ahora muere sin mí y es lanzada al fuego”.
Cuando salimos de aquél lugar, pudimos ver que había un castillo muy hermoso, lo veíamos muy pero muy lejos, y notábamos algo particular, era que nadie se artrevía a acercárse hacia aquel castillo, y creemos que es del que nos habla la Palabra en Apocalipsis 22:1 que dice : “Después me mostro un río limpio de agua de vida resplandeciente como cristal, que salía del Trono de Dios y del Cordero”.
Creemos que allí probablemente puede estar la presencia de Dios.
En el tiempo en el que tuvimos estra experiencia en el reino de los cielos, teníamos tanta alegría en nuestro corazón, sentíamos una paz como la que dice la Biblia que sobrepasa todo entendimiento, comprendimos como dice en 1 de Pedro 1:4 que hay una herencia incorruptible reservada en los cielos para todos nosotros.
— (Sexto testimonio) —
Lucas 22:30 dice la Palabra de Dios : “Para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel”.
En aquél lugar maravilloso Dios os permitió observar el salón de recepciones más hermoso que nunca jamás hubieramos pensado que existiera en alguna parte del Universo.
Allí en aquél lugar vimos un trono gigantezco con dos sillas en oro puro y piedras preciosas que no existen en ninguna parte de nuestro planeta, frente aquél trono gigantezco se extendía una mesa que no tenía fin y aquella mesa estaba vestida de un mantel blanco resplandeciente, también un blanco que no hemos nunca podido ver en la tierra, y en aquella mesa había toda clase de manjares delicados, habían uvas del tamaño de una naranja, y el Señor Jesucristo nos permitió comer y disfrutar de aquellas uvas, y aún increíblemente conservamos su esencia, su sabor todavía, es algo tan grandioso, amigo y hermano que tu no te imaginas lo que hay en el reino de los cielos y lo que Dios tiene para tí, allí también en aquella mesa, Dios nos permitió ver el pan, el maná del que habla la palabra de Dios y pudimos también disfrutar de ello.
Muchas cosas maravillosas que no existen en nuestro planeta, nos esperan en el reino de los cielos como una herencia incorruptible, manjares delicados que no existen allí estaban, y disfrutaremos de ellos cuando estemos allá en aquél lugar, algo que nos sorprendió era que aquella mesa, de lado y lado de aquella mesa, había sillas, y en el espladar de cada silla, había un nombre inscrito y pudimos leer nuestros nombres claramente, pero nuestro nombre ya no era el mismo que teníamos aquí en la tierra, sino que era un nombre diferente que ninguno conoce sino él mismo.
Algo que nos sorprendió y pudimos entender fué lo que dice la palabra de Dios que dice: “No os regocijéis de que los demonios se os sujetan, sino maravillaos, rejocijaos de que vuestros nombres están escritos en el libro de la Vida, que estan escritos en los cielos”.
Allí habían muchas sillas, había lugar suficiente para todos aquellos que quieran ir al reino de los cielos, también habían sillas que estaban siendo quitadas de aquella mesa, eso significa que hay almas, que hay hombres y mujeres, que hay personas que se cansaron de servile a Dios, y que sus nombres son borrados del libro de la vida y que son quitados de las Bodas del Cordero.
Dios también nos permitió ver en aquél lugar a hombres de la Biblia, personajes maravillosos que leemos en las escrituras y uno de aquellos personajes que nos asombró fué Abraham, Abraham era un anciano, pero no en su aspecto físico sino en la sabiduría que tenía, y Abraham su cabello era completamente blanco, pero eran como filamentos de vidrio, como filamentos de diamante, pero lo que más nos sorprendió era que aún era más jóven que nosotros, por que en el cielo todos rejuveneceremos, algo que nos sorprendió fueron sus palabras, Abraham nos dijo algo que nunca olvidaremos, el nos dió la bienvenida al reino de los cielos y nos dijo que nosotros pronto estaríamos en ese lugar por que la venida de nuestro Señor Jesucristo se aproximaba a la tierra.